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jueves, 10 de septiembre de 2015

EL PAISAJISTA, Cuento chino


Un pintor de mucho talento fue enviado por el emperador a una provincia lejana y desconocida, recién conquistada, con la misión de traer imágenes pintadas. El deseo del emperador era conocer así aquellos lugares remotos.
El pintor viajó mucho, visitó y observó detenidamente todos los parajes de los nuevos territorios, pero regresó a la capital sin una sola imagen, sin ni siquiera un boceto.
El emperador se sorprendió por ello y se enojó mucho.
Entonces el pintor pidió que le habilitaran un gran lienzo de pared del palacio. Sobre aquella pared representó todo el país que acababa de recorrer. Cuando el trabajo estuvo terminado, el emperador fue a visitar el gran fresco. El pintor, varilla en mano, le explicó todos los rincones de la lejana provincia: los poblados, las montañas, los ríos, los bosques…
Cuando la descripción finalizó, el pintor se acercó a un estrecho sendero que salía del primer plano del fresco y parecía perderse en el espacio. Los ayudantes tuvieron la sensación de que el cuerpo del pintor se adentraba en el sendero, que avanzaba poco a poco en el paisaje, que se hacía más pequeño y se iba perdiendo a lo lejos. Pronto una curva del sendero lo ocultó a sus ojos. Y al instante desapareció todo el paisaje y quedó el inmenso muro desnudo.
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jueves, 3 de septiembre de 2015

LA SURFISTA MAMALA Y EL DIOS TIBURON. Cuento de Hawai


“Dicen los viejos kahunas hawaianos que Dios creó primero el mar, luego la tierra y más tarde los fenómenos atmosféricos. Cuenta la leyenda que el mar se enamoró de la tormenta y la sedujo arrastrándola a las profundidades, donde tuvieron un idilio del que nacieron las olas (nalu). Estas vagaron durante años por las profundidades y Dios, al observarlas, se sintió complacido. Tiempo después, Dios creó al hombre e hizo para él un paraíso volcánico. Pero al ver que el hombre de vez en cuando se sentía vacío y necesitado, ordenó a las olas que fueran en su busca. Estas, en un alarde de fuerza y energía, cruzaron los mares en forma de ondas hasta llegar a la costa. Al contemplarlas, el hombre se rindió ante tanta belleza y, en un gesto espontáneo de amor y desprendimiento, hombre y ola se fundieron en una danza sagrada, que se llamó choree, surf. La danza de alabanza a Dios entre el hombre, la tormenta y el océano”.
Ke-kai-o-Mamala (El mar de Mamala), al oeste de Waikiki, fuera de las costas de Honolulu, es un lugar para hacer surf nombrado así en honor a una de las primeras surfistas de Hawái. Mamala existió realmente, en una época en que la historia hawaiana se transmitía oralmente. Fue una famosa surfista y una de las Grandes Jefas de O’ahu. También era considerada una Kupua: una semidiosa/ heroína con poderes sobrenaturales que podía cambiar de forma a su antojo y adoptar la forma de una mujer hermosa, de una lagartija gigante, un cocodrilo o un gran tiburón.
Según la leyenda, Mamala se enamoró de Ouha, el Hombre Tiburón, también Kapua como ella. Mamala y Ouha a menudo bebían Awa (una bebida embriagante) juntos y jugaban al Konane con las suaves piedras recogidas en la Bahía de Kou. Mamala surfeaba las más grandes olas de los mares turbulentos, cuando los vientos soplaban con fuerza. La gente admiraba su habilidad con la tabla y su valentía.
Mamala y Ouha eran felices pero, un día, Honoka’upu, jefe de una plantación de cocoteros, quiso que Mamala se casara con él. Ella accedió y abandonó a Ouha, el Hombre Tiburón, por el humano Honoka’upu.
Ouha se enfadó y trató de dañar a la nueva pareja, pero finalmente se alejó de ellos y vivió en el lago Ka-ihi-Kapu. Allí aparecía como un atractivo hombre con una cesta llena de camarones y pescado fresco que ofrecía a las mujeres del lugar, de las que luego se burlaba. Sin embargo, las mujeres se tomaron la revancha y un día ridiculizaron a Ouha. Este, al igual que otros personajes legendarios de Polinesia, no podía soportar la vergüenza y la humillación. En consecuencia, Ouha renegó de su forma humana y tomó para siempre la forma de un tiburón.
Y así pasaron el resto de sus días separados, Mamala cabalgando olas y Ouha nadando en las costas de Waikiki.



martes, 1 de septiembre de 2015

LA GRULLA AGRADECIDA. Cuento japonés



Erase una vez había un joven que vivía solo en una casita al lado del bosque. De regreso a casa durante un día de invierno bastante nevoso, oyó un ruido extraño. Se puso a caminar hacia un campo lejano de donde venía el sonido, y allí descubrió una grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. Una flecha encajada en la ala tenía, pero el joven, muy cariñoso, se la quitó con mucho cuidado. El pájaro, ya libre, voló hacia el cielo y desapareció.
El hombre volvió a casa. Su vida era muy pobre. Nadie le visitaba, pero esa noche a la puerta sonó un frap-frap-frap. "¿Quién será, a esta hora y en tanta nieve?" pensó él. ¡Qué sorpresa al abrir la puerta y ver a una mujer joven y bonita! Ella le dijo que no podía encontrar su camino por la nieve, y le pidió dejarla descansar en su casa, para lo cual él fue muy dispuesto. Se quedó hasta el amanecer, y también el día siguiente.
Tan dulce y humilde era la mujer que el joven se enamoró y le pidió ser su esposa. Se casaron, y a pesar de su pobreza, se sentían alegres. Hasta los vecinos se alegraban de verlos tan contentos. Pero el tiempo vuela y pronto llegó otro invierno. Se quedaron sin dinero y comida, tan pobres como siempre.
Un día, para poder ayudar un poco, la mujer joven decidió hacer un tejido y su marido le construyó un telar detrás de la casa. Antes de empezar su trabajo ella pidió a su marido prometerla nunca entrar al cuarto. El lo prometió.
Tres días y tres noches trabajó ella sin parar y sin salir del cuarto. Casi muerta parecía cuando la mujer joven por fin salió, pero a su marido le presentó un tejido hermoso. El lo vendió y consiguió un buen precio.
El dinero les duró bastante tiempo pero cuando se acabo todavía seguía el invierno. Ya que, otra vez se puso a tejer la mujer joven, y otra vez su marido le prometió no entrar al cuarto. Fueron no tres sino cuatro días cuando ella, viéndose peor que la vez siguiente, salió del cuarto y le dio a su marido un tejido de tan gran maravilla que, al venderlo en el pueblo, consiguieron dinero suficiente para dos inviernos duros.
Más seguros para el futuro que nunca, desafortunadamente el hombre se hizo avaro. Atormentado, tanto por el deseo de ser rico como por los vecinos siempre preguntándole que cómo se podía tejer sin comprar hilo, el joven le pidió a su señora hacer otro tejido.
Ella pensaba que tenían bastante dinero y que no había necesidad, pero el avaricioso no dejaba de insistir. Puesto que, después de recordarle a su marido la promesa, la mujer se metió en el cuarto a trabajar.
Esta vez la curiosidad no le dejaba al hombre en paz. Ignorando su promesa, fue al cuarto donde su señora trabajaba y abrió un poquito la puerta. La sorpresa de lo que vio le hizo escapar un grito. Manejando el telar estaba no su señora sino un pájaro hermoso, cuál de las plumas que se iba arrancando de su propio cuerpo hacia un tejido igualmente hermoso. Cuando el pájaro, al oírle gritar, se dio cuenta de que alguien la miraba dejó de trabajar y de repente su forma se convirtió a la de la mujer joven.
Entonces, ella le explicó su historia, que ella era esa grulla cual él ayudó y que, agradecida, se convirtió a mujer, y que empezó a tejer para ayudarle no ser pobre, esto a pesar del sacrificio que tejer con las plumas de su propio cuerpo le costaba. Pero, ahora que él sabía su secreto, tendrían que dejar de ser juntos. Al oír esto, el prometió que la quería más que todo el dinero del mundo, pero ya no había remedio. Cuando acabó su historia, ella se convirtió a grulla y voló hacia el cielo.
Aportación de Gnosis de Encarnación de Díaz, Jal. México
"Vended lo que poseéis, -dijo el Cristo-, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".
“ishavasyam idam sarvam yat kinca jagatyam jagat tena traktena bhunjitha ma gridhah kasya svid dhanam”
El Señor posee y controla todo lo animado e inanimado que hay en el universo.

El Isopanishad 1.1 (Libro de la India)